Antes siquiera de tocar a nuestra pareja, deberíamos seguir una serie de pautas, suficientes como para escribir diez veces más de lo que escribiremos sobre el masaje en sí. Vamos a intentar resumirlas en la medida de lo posible:
Tras una comida o cena ligera, nos iremos a un lugar acondicionado a una temperatura agradable, cómodo e íntimo. ¡Toma ya! Lo he conseguido. Una vez en el sitio, apliquemos unos cuantos consejos, si queremos que el masaje erótico sea efectivo y, a la vez que relajar, excite.
Las manos, suaves, el aceite, a mano
Lo primero es procurar tener las manos tan suaves como sea posible y desprendernos de anillos, relojes cualquier objeto que pueda interferir en las sensaciones que buscamos transmitir.
Es muy recomendable usar aceites para que las manos deslicen lo mejor posible sobre la piel. Si se te acaba el aceite o la crema, no retires las dos manos ni dejes de hacer el masaje mientras pones más. Coordinación, amigo.
In crescendo
Lo ideal es empezar el masaje por los pies e ir subiendo. También debe comenzarse con una intensidad intermedia en la presión e ir aumentándola. Según va pasando el tiempo, pregúntale a tu pareja cómo le gusta más de intensidad. Por cierto, las cosas con calma y por orden: no quieras abarcar todo el cuerpo a la vez ni en dos minutos. Despacio, hacia arriba y con intensidad creciente.
Si en el amor vale todo, en un masaje erótico más: usa otros elementos como pétalos de flor, plumas o telas suaves para incrementar el nivel de excitación. Échale imaginación y no olvides que si tu chica hubiera querido otro tipo de masaje habría recurrido a Magnus, ese sueco enorme que deja a todo el mundo como nuevo y que dicen que es gay.
Finalmente, estimula todos los sentidos: velas, aromas, música Tú mismo. Piensa algo: no querrás que te lo demos todo hecho, ¿verdad?