Se dice que los hombres somos un gran zona erógena en movimiento, que basta con que nos acaricien una mano para que estemos prestos y dispuestos para una noche loca. Independientemente de lo cierto o no de la afirmación, hoy pretendemos que sea nuestra pareja la que se excite, la que palpite de anhelo Para ello vamos a repasar, de arriba abajo algunas de las zonas erógenas que podemos encontrar en el cuerpo humano
Zonas erógenas de la cabeza
Comenzamos acariciando el cuero cabelludo: una caricia que permite el necesario relax para que crezca la tensión sexual. Bajemos nuestros dedos y labios a las orejas: la parte de atrás y el pabellón auditivo serán más sensibles cuanto mayor sea la excitación. Tampoco podemos olvidar las caricias, besos y lametones en nuca, hombros y cuello.
Se dice que un beso en los párpados simboliza pasión: ¿qué esperas? Por cierto, y sin abandonar la cara: los besos son también una potente forma de excitación, y no sólo para los primeros momentos. Recuérdalo. Seguimos descendiendo.
Zonas erógenas en el resto del cuerpo
Las axilas y la cara interna del brazo son fuente de placer, pero, por favor ten mucho cuidado si no quieres que los suspiros de placer se tornen en risas por las cosquillas. Ya que hemos hablado de los brazos, nos vamos a los dedos, fuente de disfrute de tu pareja cuando te los llevas, suavemente, a la boca.
Otra “área roja” es la columna vertebral. Concretamente a los costados, donde existen unas terminaciones nerviosas que se pueden estimular oral o manualmente. Y no olvides la parte baja de la espalda, hipersensible en muchas personas.
El perineo y el ano son verdaderas acumulaciones de terminaciones nerviosas y, por lo tanto, generadores inagotables de placer. Por supuesto, no puede decirse menos de la cara interna de los muslos.
Vamos a terminar nuestro recorrido por los centros de placer del cuerpo, ya que estamos bajando, en los pies. De nuevo una zona muy sensible con la que debemos tener cuidado si no queremos que nuestro encuentro baje muchos voltios.