Tener el coche a punto no es sólo una cuestión estética, de limpieza o de evitar averías: es que te juegas la vida. Aclarado esto, vamos a revisar unos cuantos no todos, ni en profundidad puntos importantes que debes vigilar en tu coche:
Vamos de fuera hacia dentro: la carrocería puede estar más o menos limpia y cuidada, pero lo que no puedes permitirte es un cristal, una luna o un espejo que no esté impoluto. Circulando a más de 100 kilómetros por hora, no ver bien puede suponer una enorme desgracia. Más aún si el sol está cerca del horizonte, puesto que el polvo del parabrisas te impedirá ver nada. Cristales libres de suciedad y limpiaparabrisas en el mejor de los estados.
Las ruedas, el calzado del coche
Sin entrar aún en el coche, echemos un vistazo a las ruedas: si la banda de rodadura tiene menos de 2 milímetros de profundidad, vete pensando en cambiarla; si es de menos de 1,6, es obligatorio hacerlo.
Vámonos al habitáculo: procura que esté limpio, por higiene y comodidad, pero piensa, además, que los objetos que estén sueltos dentro de él pueden ser muy peligrosos en caso de frenazo brusco o de choque. Una simple lata de refresco llega convertirse en un obús y la sillita de un niño puede muy bien aplastarte.
Más sobre la seguridad en el habitáculo: comprueba el estado de los cinturones de seguridad a menudo. Que no estén rotos ni desgastados. Dales un tirón brusco (tampoco es preciso arrancarlos) para asegurarte de que funcionan.
Un vistazo al motor
Entramos al motor, ese gran desconocido. Y como desconocido que es, no toques lo que no estés seguro que debes tocar. Con todo, hay una serie de puntos que son muy fácilmente reconocibles y que sí puedes revisar tú mismo: el nivel de aceite, del líquido del limpiaparabrisas, de los frenos y del anticongelante. Mantén los líquidos dentro de sus niveles óptimos.
Dicho esto, lleva tu coche a revisión tan a menudo como te lo indiquen, y siempre antes de un viaje largo. Al fin y al cabo, si no podías asumir estos gastos, ¿por qué te has comprado un coche?